Medir la disponibilidad, el tiempo de respuesta y el comportamiento de todas y cada una de las partes del negocio es clave para entender el viaje del usuario. Cuando un usuario realiza una acción en un servicio empresarial digital, el propietario de la aplicación necesita saberlo y, por lo tanto, si el servicio no funciona, el equipo técnico y el equipo de asistencia también necesitan saberlo. Ahí es donde entra en juego la monitorización del rendimiento de las aplicaciones. Así pues, la monitorización debe evolucionar desde la mera observación de las métricas de hardware hasta el análisis de los códigos de la aplicación y las transacciones empresariales. El rendimiento de una aplicación debe medirse con una visión centrada en el usuario. Esto constituye la base de la supervisión del rendimiento de las aplicaciones (APM). En resumen, la supervisión del rendimiento de las aplicaciones es la estrategia y la práctica de supervisar y hacer un seguimiento continuo del rendimiento de las aplicaciones empresariales y de la experiencia de los usuarios finales cuando acceden a las aplicaciones para comprender las tendencias, aislar las anomalías y obtener información procesable para la resolución de problemas y la optimización del código.